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Más de 500.000 personas siguen en situación de necesidad urgente tras el terremoto de 7,7 grados del 28 de marzo
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World Vision ha llegado a más de 343.000 personas, 108.000 de ellas niños y niñas, pero la escasez de financiación, la escalada del conflicto y la amenaza de los monzones exigen una renovada atención internacional
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La infancia de Myanmar se enfrenta a una segunda crisis
Madrid, 27 de junio de 2025: Al cumplirse tres meses del devastador terremoto del 28 de marzo en Myanmar, World Vision advierte que la crisis humanitaria se está agravando, y que la infancia es la más afectada por los desastres. A pesar de la rápida movilización, la magnitud de las necesidades sigue superando los recursos, y la temporada de monzones amenaza con revertir los frágiles avances.
“Los niños y niñas siguen durmiendo bajo lonas, bebiendo agua contaminada y faltando a la escuela. El futuro de la infancia y sus familias sigue siendo incierto”, declara Kyi Minn, directora nacional de World Vision en Myanmar. “Hemos llegado a más de un tercio del millón de supervivientes, pero esto es solo el principio. Sin apoyo continuo, durante los próximos meses las familias corren el riesgo de caer en un ciclo de vulnerabilidad a largo plazo”.
Con los gobiernos recortando la financiación humanitaria en todo el mundo, Myanmar es ahora el país más afectado por estos recortes. Hasta el momento, de los 275 millones de dólares solicitados para la respuesta internacional al terremoto, solo se han desembolsado 100 millones (36%). Además, solo se ha proporcionado el 12 % (137 millones de dólares) de los 1.100 millones de dólares necesarios para cubrir las necesidades humanitarias de Myanmar en 2025.
Las fuertes lluvias y los fuertes vientos monzónicos están afectando gravemente a los supervivientes, muchos de los cuales permanecen en refugios precarios e improvisados que ofrecen poca protección contra las inclemencias del tiempo. Miles de familias desplazadas viven bajo lonas y estructuras endebles que no resisten las lluvias torrenciales. El terremoto dañó o destruyó casi 52.000 viviendas, 2.604 escuelas, 789 hospitales y miles de edificios religiosos y públicos.
Con muchas escuelas dañadas y el inicio del curso escolar en junio, los refugios temporales que utilizaban las familias desplazadas se están reconvirtiendo en espacios de aprendizaje. Sin embargo, están hechos de lonas, están abarrotados, son inseguros e insalubres. World Vision colabora con las comunidades y los comités escolares para proporcionar entornos de aprendizaje más seguros y apoyar la reconstrucción de las escuelas dañadas.
El monzón también plantea otros riesgos importantes para la salud. La contaminación de las fuentes de agua debido a los daños en la infraestructura, sumada al hacinamiento en los asentamientos temporales, aumenta la amenaza de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera y la diarrea acuosa aguda. Además, el agua estancada es un caldo de cultivo para vectores de enfermedades, lo que aumenta la preocupación por la malaria y el dengue. El sistema de salud, ya de por sí sobrecargado y aún más afectado por el terremoto, no está preparado para afrontar un aumento repentino de estas enfermedades relacionadas con el monzón.
Más allá de los peligros inmediatos, la temporada de monzones podría obstaculizar las labores de ayuda humanitaria. Las fuertes lluvias y las posibles inundaciones inhabilitan las carreteras, lo que dificulta la entrega de suministros esenciales.
A pesar de los desafíos, World Vision continúa respondiendo, colaborando con el Programa Mundial de Alimentos para entregar asistencia alimentaria, proporcionando agua potable y kits de higiene para mitigar el riesgo de enfermedades, y brindando apoyo psicosocial a través de equipos móviles y centros comunitarios. Miles de niños y niñas también han recibido servicios de educación y protección. Se han desembolsado préstamos de recuperación a casi 3.000 personas a través de VisionFund, la institución financiera de World Vision.
World Vision busca llegar a 500.000 personas con una respuesta de 21 millones de dólares. Kyi Minn añade: “Como hemos demostrado, la financiación que hemos recibido está marcando una diferencia enorme y real para cientos de miles de sobrevivientes. Ahora debemos ir más allá. No se trata solo de ayudar a los niños y niñas a sobrevivir, sino de ayudar a las familias a romper el ciclo de pobreza que puede crear un desastre. En un mundo de recortes de ayuda, conflictos y crisis continuas, espero que los niños de Myanmar no sean olvidados. Necesitamos que los gobiernos, los donantes y los socios actúen ahora. Los niños y niñas de Myanmar no pueden esperar”.
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