La ablación o Mutilación Genital Femenina (MGF) comprende todos los procedimientos que se realizar para la extirpación total o parcial de los genitales externos u otras intervenciones practicadas en los órganos genitales femeninos por motivos no terapéuticos o médicos.
Se trata de una práctica milenaria muy arraigada en diferentes etnias e identidades tribales que, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, cada año se realiza a dos millones de niñas y adolescentes en 28 países, la mayoría de ellos africanos.
La ablación es una práctica que viola los derechos fundamentales de las niñas y las mujeres y que pone en grave riesgo su salud porque sus consecuencias van desde dolores abdominales, infecciones y problemas en el parto, hasta la muerte por desangramiento.
La lucha de Esther
«Empecé a ir a la escuela a los 8 años y la verdad es que me iba muy bien. Pero mis padres pensaban que la educación formal era una pérdida de tiempo. Cuando terminé 6º año, ellos me llevaron por la fuerza a ver a una comadrona para que me cortara. A hurtadillas, me fui a casa de mi abuela, pero mi padre me mandó a buscar.
Al día siguiente vino un hombre y trajo las vacas para hacer el cambio y practicarme la ablación. Esa noche me fui de casa y dormí arriba de un árbol hasta el amanecer. Los cooperantes World Vision me rescataron. Logré terminar la escuela primaria y empecé la secundaria. Ahora mi sueño es ser ministra de educación, para luchar por el derecho a la educación de las niñas y contra la ablación genital femenina»
Beverline sigue creyendo en sus sueños a pesar de la ablación
En algunas zonas de Kenia aún se considera erróneamente que una mujer sólo es digna de casarse si ha sufrido la ablación, por ello, unas semanas antes de la boda a Beverline le practicaron la ablación. «Tardé dos semanas en recuperarme de las heridas. Lograron mutilarme en contra de mi voluntad», musita Beverline.
El matrimonio estaba previsto para el 1 de enero de 2011, pero, en acto de valentía, esta joven se escapó de casa, corrió en mitad de la noche buscando a alguien que pudiese ayudarla. Encontró refugio en la casa de un vecino quien la acompañó a la policía a poner una denuncia al departamento de Asistencia de Menores.
Los miembros del departamento pidieron a la oficina del distrito que citasen a los padres de Beverline para tomar las medidas oportunas y presentaron cargos contra ellos. Luego Berveline fue enviada a la escuela refugio que World Vision tiene en Marigat donde se acogen niñas que huyen por miedo a la ablación o a los matrimonios forzados.
Ambaro decide no realizar más mutilaciones a las niñas
Gracias a los programas de prevención de la ablación que llevamos a cabo en diferentes países africanos, muchas comadronas han optado por dejar la práctica la mutilación genital femenina y han comenzado pequeños negocios y una nueva vida. Este es el caso de Ambaro, quien con sus 70 años, y después de practicar la ablación durante más de dos décadas, ha decido cambiar de oficio y con un microcrédito otorgado por World Vision comenzar un negocio de cría de cabras.
“Las niñas tenían diferentes edades, entre 7 y 18 años, y por cada ablación podía cobrar entre 5 y 10 euros, dependiendo de lo que sus padres podían pagar”, explica Ambaro, que asegura haber realizado más de 700 ablaciones. Como Ambaro, otras, 114 comadronas tradicionales en Kenia recibieron microcréditos como parte de un proyecto de lucha contra la ablación.
La información previene la ablación: el ejemplo de Vashty
Vashty Lechuta vivía en Kenia junto a su familia cuando supo que la familia de su padre preparaba su matrimonio y, por tanto, el ritual de la ablación o mutilación genital femenina. Gracias a que su madre había participado de las charlas informativas de World Vision sobre las consecuencias de la ablación, pudo evitar el futuro que su padre tenía preparado para ella.
Cuando Vashty conoció los planes de matrimonio que su padre tenía preparados para ella corrió a decirle a su madre que ella no quería participar de ese rito. Su madre había asistido a varias charlas, realizadas por el personal de World Vision en Kenia, sobre las consecuencias de la ablación y decidió apoyarla. Los planes se cancelaron.
Hoy, gracias a la valentía de la niña y su madre, Vashty combina sus estudios de informática con charlas sobre el derecho que tienen las niñas a negarse a ser sometidas a una ablación. «Queremos que nos permitan luchar contra la ablación», dice Vashty.