Imagina que un niño se muera de hambre por culpa de la superstición, no porque la familia no tenga comida para alimentarse. Imagina que tú pudieras ser la razón por la que sus padres -y los demás padres de su comunidad- se enteraran de esos peligros y salvaran la vida de su hijo.
El día que Harriet llegó al Centro de Salud de Siansowa, en la zona rural de Zambia, con su hijo gritando atado a la espalda, fue el día en que la vida de su hijo cambió para siempre.
Harriet estaba agotada y se culpaba del sufrimiento de su hijo de 11 meses.
Mientras otras madres curiosas observaban, ella desenvolvió a Swangirai para que la nutricionista de World Vision, Betty, lo examinara.
«Cometí un error», confesó Harriet. «Le di el pecho antes de darme cuenta de que estaba embarazada de nuevo. Eso es lo que ha provocado que sufra de masato. Ahora se le han hinchado los pies, la cara y las manos. Es una suerte que dejara de darle el pecho en cuanto me enteré de que estaba embarazada; si no, ya habría muerto».
Como muchos otros en su comunidad, Harriet creía falsamente en una superstición local: que los bebés enferman de masato, o hinchazón de manos, pies y cara, porque la leche de la madre se ensucia cuando está embarazada de otro bebé. Tras examinar a Swangirai, Betty miró a Harriet a los ojos.
«Tu hijo no sufre de masato, sino de desnutrición», le dijo Betty. «Llora porque tiene hambre. Necesita comer. Empezaremos enseguida a alimentarlo, y verás cómo todo cambiará en menos de 12 días».
Betty abrió un suplemento nutricional especial, diseñado para niños gravemente desnutridos, y se lo entregó a Harriet. En cuanto Swangirai tomó el primer bocado, dejó de llorar y se agarró a su mano mientras ella se lo metía en la boca, decidida a no dejar escapar nada. Betty dice que se terminó el sobre en un tiempo récord.
Eso fue hace más de una década. Hoy, Swangirai es un niño de 12 años sano y feliz. Se ríe mientras juega en el árbol al que acaba de subirse para escapar del caluroso sol. Está irreconocible con respecto a las fotos del bebé enfermo que Betty tomó la primera vez que se vieron, pero todavía lleva las cicatrices de los tratamientos tradicionales con los que sus padres intentaron curarlo del masato antes de saber la verdad.
«Perdí el tiempo llevando a mi hijo a los médicos brujos para que le curaran el masato; le hicieron todos los recortes de los tatuajes que puedes ver. Pero mi hijo tenía hambre», dice Harriet. «No hay masato; es la malnutrición la que estaba enfermando a los niños y niñas. Nuestras cosechas se resentían por la sequía y las inundaciones; lo habría alimentado después de destetarlo si hubiera tenido suficientes ingresos y alimentos».
Swangirai es uno de los más de 900 niños del sur de Zambia que recibieron apoyo nutricional de emergencia después de que la sequía desencadenara en una crisis alimentaria en 2009, y el programa de apadrinamiento infantil de World Vision sigue trabajando en su comunidad, para seguir ayudando a los niños y niñas a crecer sanos y fuertes.
Gracias a los programas comunitarios de World Vision, incluso los niños que no están apadrinados, como Swangirai, se benefician del apoyo de World Vision.
Mirando las fotos de cuando era bebé, Swangirai se queda serio por un momento. «Me han dicho que estaba muy enfermo de pequeño, pero las fotos me ayudan a entender lo mal que estaba», dice. «Si World Vision no me hubiera ayudado, habría muerto. Estoy muy agradecido de que mis padres me llevaran allí para conseguir la comida que me salvó la vida.»
Aunque todo esto ocurrió mucho antes de que ella formara parte de la familia, la madrastra de Swangirai, Lonely, que se casó con su padre después de que sus padres se divorciaran, también está agradecida.
«Vemos a Swangirai como la esperanza del futuro de esta familia», dice. «Él escucha, toma la iniciativa y respeta a todos, especialmente a nosotros, sus padres. Es humilde, amable y trabajador. Todo el mundo le quiere: los otros niños y los adultos. Cuando pienso en cómo sobrevivió a la desnutrición, doy gracias a Dios y a World Vision por el programa que proporcionó suplementos a niños como él.»
Swangirai tiene grandes planes para su futuro. Sueña con ser policía porque quiere ayudar a otras personas, y quiere aprender a pilotar aviones «¡como he visto en las películas!».
«Cuando sea un hombre de carrera con éxito, construiré una casa y compraré un coche para la familia», dice Swangirai. «Y nunca permitiré que nadie de mi familia se vaya a la cama con hambre».
Tú puedes ser la razón por la que niños como Swangirai reciban el apoyo que necesitan para sobrevivir y prosperar, aportando un cambio duradero a su comunidad. Con las catástrofes mundiales que ponen en peligro la vida de los niños, nunca ha habido más razones para apadrinar a un niño o niña hoy.