Todas las familias que tienen hijos se han preguntado alguna vez qué les deparará el futuro. ¿Será médico, piloto o tal vez chef? ¿Y convertirse en ingeniero aeronáutico? Puede que no sea una de las primeras profesiones que se te pasen por la cabeza.
Nomin, una niña de 16 años que vive en Mongolia, quiere serlo. Y no es una quimera, es algo que ya está poniendo en práctica.
“Paso mis fines de semana en el club o en el campo de entrenamiento para volar mi modelo de avión y practicar”, dice Nomin.
La pobreza está muy extendida en la zona rural de Mongolia en la que Nomin vive. La mayoría de los niños de su comunidad no tienen acceso a atención médica adecuada, educación o nutrición adecuada, y mucho menos la oportunidad de perfeccionar su interés en un deporte como las acrobacias aéreas.
Pero entonces algo cambió. “Cuando estaba en primer grado, recibí una carta”. Nomin recibió la carta de de su padrino como si fuera un boleto premiado. Un boleto que abrió su mundo.
A través del programa de apadrinamiento de World Vision, Nomin obtuvo ayuda para continuar su educación, así como otro tipo de apoyo, como capacitación en protección infantil y otras habilidades. Pero lo más importante para Nomin fue la relación que construyó con su padrino.
“Tan solo recibir una carta, o escribir una respuesta, poder recibir y enviar videos… hay personas que nunca he conocido, pero están muy cerca de mi corazón”, dice.
Las cartas, que Nomin aún guarda al lado de su cama, se convirtieron en un camino para descubrir su confianza y hacer crecer sus intereses.
“Aprendí que puedo cantar, aprendí que puedo bailar, aprendí que puedo leer poesía, aprendí que tengo talento para las artes y los deportes, y aprendí que puedo elegir mi propio futuro”, dice Nomin.
“Si no fuera hubiera conocido a mis padrinos a través de World Vision, sería la mismo niña tímida que no tiene confianza en sí misma, que no tiene voz para sí misma y nunca habla de lo que siente para que nadie me conozca”.
El apoyo de su padrino ha ayudado a Nomin a confiar en sí misma para saber lo que quiere y necesita. Con solo 16 años, tiene la confianza para ponerse de pie y hacer cambios en su vida y en su comunidad.
Ser una niña apadrinada ayudó a Nomin a encontrar la confianza para hablar más en la escuela y ser voluntaria en eventos de oratoria pública. Tras ver el cambio que se produjo en si misma, Nomin se ha propuesto ayudar a otras niñas a encontrar su voz. Hoy dirige el parlamento juvenil, donde se dirige regularmente a las comunidades para hablar sobre la importancia de la igualdad de oportunidades para las niñas.
Es esa misma confianza la que ha llevado a Nomin a romper más fronteras para convertirse en la primera atleta mongola en participar en el primer campeonato mundial femenino de acrobacias aéreas. Se llevó a casa una medalla de plata, una poderosa prueba de que todo es posible para las niñas cuando se les da la oportunidad de pensar en grande.
“Hay niñas en todo el mundo que no pueden estudiar, expresar su opinión, desarrollarse y hacer lo que les gusta, o vivir en un ambiente saludable”, dice Nomin.
Ser apadrinada le ha dado a Nomin la oportunidad de cambiar eso, no solo para ella, sino para toda una generación de niñas a su alrededor.
Imagina el cambio que sería posible si 1.000 niñas como Nomin fueran apadrinadas. 1.000 niñas necesitan apoyo urgente para el 11 de octubre, Día Internacional de la Niña.
Lucha por sus derechos apadrinando a una niña hoy.