Su primer negocio y una futura carrera de éxito

Es otro día de sol en las playas de Crucita, en Ecuador, donde un baño en el mar proporciona a los bañistas alivio para el calor. Los jóvenes emprendedores Denisse, de 17 años, y Roland, de 19, también ayudan a sobrellevar las altas temperaturas preparando helados todos los fines de semana para los turistas que acuden a la playa.

Con un poco de ayuda gracias al apadrinamiento infantil, estos jóvenes empresarios vieron una oportunidad de negocio con el potencial de no sólo aumentar sus ingresos, sino de ayudarles a seguir en la escuela.

«Conocimos a World Vision en nuestra comunidad después del terremoto de 2016″, dice Denisse.»Ofrecían espacios amigables, charlas motivacionales, centros donde la gente podía hablar de sus sentimientos. Además, ofrecían ayuda humanitaria y la gente de la comunidad lo agradeció mucho»

La mayoría de los habitantes de Crucita trabajan en la industria pesquera, en los barcos o en los mercados. Otros dependen del turismo para sus ingresos. El trabajo es estacional y sus ingresos poco fiables, muchos apenas pueden permitirse lo más básico, como la comida y la electricidad.

En 2020, la pandemia de COVID-19 paró estas industrias en seco… y lo que había sido una vida difícil se convirtió en algo casi imposible.

«Este proyecto es muy importante para mí porque me ha ayudado a crecer; es mi fuerza. Nos dieron formación sobre finanzas y otras áreas, fue muy bueno y educativo».

Cuando las restricciones de COVID-19 disminuyeron y las personas empezaron a volver a la playa, Roland y Denisse idearon un plan para vender helados allí mismo.

El apadrinamiento infantil no sólo les proporcionó la formación y el apoyo que les inspiró, sino que les permitió conseguir la batidora y el congelador que necesitaban para dar vida a su idea, y hacer y almacenar sus helados.

Para Denisse, ese apoyo práctico fue un impulso para su confianza. Sabía que tenía gente a su lado que creía en ella y quería que tuviera éxito. Durante los primeros días de su negocio, ese apoyo lo significó todo.

«Para las personas más jóvenes, es importante que confíen en nosotros: eso nos alimenta. Hay que ganarse la confianza de la gente y es importante porque nos ayuda a crecer», dice.

«Los más jóvenes a veces se vienen abajo, y creo que lo importante aquí es ser constante y saber que la gente cree en ti. Con gusto logras cosas y hay personas que te apoyan. Somos jóvenes y cuando venimos a hacer helados, nos divertimos, nos gusta».

Ahora que ganan lo suficiente para obtener beneficios, una vez cubiertas sus necesidades más básicas, Denisse y Ronald tienen la vista puesta en el futuro.

La familia de Ronald trabaja en la industria pesquera, y él se esfuerza por ayudarles. También estudia informática, con la esperanza de convertirse en un profesional algún día.

Inspirada por su infancia junto al mar, Denisse sueña con estudiar ingeniería náutica. Es un sueño que parecía inalcanzable hace tan sólo unos años. Pero con las nuevas habilidades que ha desarrollado y el apoyo que reciben los niños y niñas apadrinados, confía en que logrará su sueño.

Mientras sirve helados y sonríe a sus clientes, su futuro parece tan brillante como el sol de Crucita. Dice que tiene que agradecérselo al proyecto de apadrinamiento y a la amistad con sus compañeros de formación. «Estos espacios, como el grupo de jóvenes, nos ayudan a concentrarnos, a formarnos, a centrarnos y a conocer a otros chicos», dice.

«Podemos convivir y no sentirnos solos».

Imagina que estas Navidades pudieras ayudar a un niño y dar el primer paso hacia la carrera con la que sueña.

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