Patricio Cuevas-Parra, director de Participación y Derechos de la Infancia en World Vision Internacional, ve cómo niños, niñas y jóvenes cruzan la frontera con Ucrania, y pide que se ayude y proteja a la infancia, pero también que se les respete.
Desde el comienzo del conflicto, cientos de miles de niños y niñas ucranianos se han visto obligados, casi de la noche a la mañana, a dejar atrás a sus familias, amigos, escuelas, juguetes y mascotas, así como su sentido de la rutina y la normalidad. En las dos primeras semanas, 1,85 millones de personas se han visto desplazadas en Ucrania y más de 3 millones de ellas han cruzado las fronteras internacionales en busca de seguridad. ACNUR calcula que el 90% de estos refugiados son mujeres o niños y jóvenes, y el 40% son menores de 14 años.
Me uní al equipo de respuesta a principios de marzo y he visto de primera mano los cientos de niños, niñas y jóvenes que llegan a Medyka y a otros puntos de paso entre Ucrania y Polonia. Muchos llevan en bolsas de plástico apenas unas pocas pertenencias y algo de comida para sobrevivir al viaje.
He visitado las fronteras, las estaciones de tren, los puntos de asistencia temporal a los refugiados y los centros de acogida para evaluar la situación desde la perspectiva de la protección y la salvaguarda de los niños. He sido testigo de un número abrumador de menores desplazados, algunos de ellos profundamente traumatizados, desesperadamente hambrientos y profundamente preocupados por sus familiares que se quedaron en Ucrania. Muchos cruzan las fronteras sin compañía y separados de sus familias, lo que les expone a un alto riesgo de abuso, violencia, explotación y tráfico de personas.
Vi a muchas mujeres que viajaban con menores que no eran suyos, cuyas madres habían decidido quedarse en casa para cuidar de otros miembros de la familia. Esta crisis es única en el sentido de que la mayoría de los hombres tienen que quedarse en Ucrania; son sólo las mujeres, los niños y niñas y los ancianos los que abandonan el país.
Sólo el principio
Cruzar la frontera es sólo la primera etapa del largo, doloroso y poco fiable viaje de los refugiados. En medio de la confusión y la desesperanza, necesitan encontrar un lugar donde alojarse o coger un tren para ir a otra ciudad donde tengan amigos o familiares.
Wiktoria, voluntaria en la estación de tren de Rzeszow, afirma: «La gente está desesperada y llega con casi nada. Menos del mínimo. No saben a dónde ir. Salen de sus ciudades buscando seguridad, pero una vez que llegan aquí, algunos no tienen un plan. En las grandes ciudades, como Varsovia, la situación es caótica, con cientos de personas durmiendo en los pasillos y andenes de los trenes. Su futuro es incierto, ya que muchos de ellos viajan a las grandes ciudades sin tener una red allí».
El riesgo de abusos
Durante esta crisis, los gobiernos, las ONG y otros voluntarios deben colaborar urgentemente para desarrollar estrategias que mantengan a la infancia más vulnerable a salvo de la trata de menores, la explotación, los abusos y la violencia de género.
Natalie, una activista ucraniana, me dijo que estaba muy preocupada por las niñas y las jóvenes que llegan a las fronteras sin dinero, ya que «aceptan la ayuda de extraños… Pueden desaparecer fácilmente, ya que el caos y la desesperación reinan en las fronteras. El pánico que sienten las pone en alto riesgo de ser víctimas de la trata».
Es fundamental crear conexiones sólidas entre los organismos de protección de la infancia a través de las fronteras para reforzar los protocolos de identificación, registro y reunificación de los niños y jóvenes no acompañados y separados que viajan por Ucrania y cruzan las fronteras de los países vecinos. Estos protocolos deberían estar respaldados por iniciativas de concienciación para prevenir la trata de niños y niñas, junto con el desarrollo de información fácilmente accesible sobre la trata y mecanismos de denuncia adaptados a los más jóvenes.
Los niños en el centro
No sabemos cuánto tiempo se tardará en poner fin al conflicto, ni cuándo podremos empezar a trabajar para volver a una vida normal. Sin embargo, sí sabemos que los niños, las niñas y los jóvenes necesitan ayuda inmediata, desde artículos básicos hasta servicios de protección y apoyo psicosocial. Y, a medida que se desarrolle nuestra respuesta a esta crisis, necesitarán más: acceso a la educación, apoyo a la salud mental y emocional, y ayuda para reunirse con sus familiares.
Este conflicto fue impuesto a los niños y niñas de Ucrania. Por lo tanto, también pediremos mecanismos sólidos de rendición de cuentas para garantizar que sus voces se tengan en cuenta en el diseño, la implementación y la evaluación de las estrategias de respuesta humanitaria. La ayuda humanitaria no puede estar desconectada del empoderamiento, la participación y la resiliencia, ya que los niños y los jóvenes tienen el derecho inalienable a ser escuchados en todas las decisiones que afectan a sus vidas, y los desastres no son la excepción.
Patricio Cuevas-Parra es el Director de Participación y Derechos de la Infancia en World Vision International. Actualmente está destinado a la respuesta a la crisis de Ucrania como responsable de la protección de la infancia, y ha pasado las dos últimas semanas en Polonia, realizando evaluaciones en el país.