El agua potable ya no es un juego de azar

Tú podrías ser la razón de que una niña esté sana, pueda seguir en la escuela y, por primera vez en su vida, mire al futuro con confianza… y todo gracias a una bomba de agua.

El año pasado, Ireen, una niña de nueve años del valle del Rift, en Malawi, parecía destinada a seguir los pasos de su madre, atrapada en un ciclo de pobreza y trabajo duro que giraba en torno al incesante viaje para recoger agua.

Pero sin otra fuente de agua que el lejano y sucio arroyo, Ireen no tenía elección.

Todos los días se levantaba antes del amanecer para ir a buscar el agua que la enfermaba, y volvía una y otra vez a lo largo del día porque su familia lo necesitaba.

Mientras tanto, Ireen perdía tanto tiempo de escuela que dejarla pronto para trabajar en una granja y casarse muy joven -igual que su madre- parecía inevitable.

Ireen empezó a acarrear agua con su madre, Happiness, cuando sólo tenía siete años, con un cubo de 10 kg sobre la cabeza.

Hacía el trayecto tres o cuatro veces al día, caminando un total de seis kilómetros desde el amanecer hasta el atardecer.

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