Una crisis de refugiados sin precedentes

La historia de Rimah

“Nuestra vida antes del asedio era feliz y pacífica”, recuerda Rimah. "Recibimos advertencias tempranas, pero no prestamos atención porque pensamos que eran solo bromas".

En mayo de 2017, estalló un tiroteo en Marawi, Filipinas, entre militantes y fuerzas gubernamentales. Grandes partes de la ciudad de la Región Autónoma de Mindanao, en el sur de Filipinas, fueron superadas por los militantes, con feroces combates y asesinatos, que desplazaron y atraparon a más de 360.000 personas.

La batalla, que duró más de cinco meses, tuvo un efecto devastador en la ciudad y las regiones circundantes. Se perdieron vidas y medios de subsistencia, se destruyó la infraestructura y los niños quedaron traumatizados.

Durante el conflicto

Decenas de miles de desplazados internos huyeron a ciudad como la de Rimah. 

“Antes del asedio de Marawi, no sabía qué era un desplazado interno. Cuando la gente comenzó a llegar a nuestra ciudad, vi a algunos de ellos caminando, otros lloraban mientras viajaban en camión”, recuerda.

A pesar de estar fuera de la zona de conflicto, su vida se `puso pata arriba. El negocio familiar se vino abajo porque estaba ubicado en una zona de conflicto de Marawi. Esto llevó a la ruptura de la relación de sus padres.

"He sufrido acoso y discriminación porque tenía una familia rota después del asedio".

Y como musulmanes, Rimah y sus amigos a menudo fueron discriminados y, a veces, etiquetados como terroristas.

Un nuevo futuro

"Cuando la escuela volvió a abrir, me motivé e inspiré a unirme a iniciativas de construcción de paz para que aquellos que solían intimidarme sepan que no podemos tener paz si siguen haciendo lo que están haciendo".

Rimah, junto con otras 19 niñas menores de 20 años, tiene ahora como misión educar a las generaciones más jóvenes de Marawi y Mindanao para resolver disputas antes de que se conviertan en conflictos importantes en el futuro.

World Vision está ayudando a Rimah y sus jóvenes amigos en forma de capacitación a través de facilitadores de Empowering Children as Peacebuilders (ECAP). Este enfoque asegura que, al equipar a la próxima generación con las habilidades y el conocimiento para ser agentes de cambio, curación y paz, su mensaje se difundirá entre sus pares y comunidades.