Encontrar el camino de vuelta

La vida de muchas personas se ha visto alterada por la pandemia de COVID-19, pero la de Grace nunca será la misma: ahora es madre adolescente.

Al igual que muchas jóvenes de zonas rurales y hogares pobres, los siete meses de cierre de las escuelas en Malawi significaron mucho más que un cambio en la rutira escolar y social, o incluso una pausa temporal en la educación de Grace. Significó que la niña quedó aislada de la red protectora de maestros y otros líderes comunitarios que se preocupan por ella. Significaba que ya no recibía las comidas escolares, que llenaban el vacío que su familia no podía pagar.

«La escuela estaba cerrada y no había nada que yo puediera hacer», dice Grace. «Tener una relación con un chico me pareció una buena idea».

Con tan sólo 15 años, Grace se quedó embarazada de un chico que aún era estudiante de secundaria.

Una niña de Malawi sostiene a su hijo de 15 meses y sonríe a la cámara

«La COVID-19 no fue fácil para estos niños», explica Alinafe Ng’anjo, voluntaria comunitaria del programa de apadrinamiento infantil de World Vision en la comunidad de Grace. «Muchas de ellas abandonaron la escuela o se quedaron embarazadas. Algunas necesitaban dinero para comer, que los novios les proporcionaban ocasionalmente. El matrimonio significaba una vía de escape».

Debido a la cultura local, se casaron, y Grace dejó su casa y se fue a vivir con su nuevo marido. Dio a luz a una niña, Doreen. Pero ese no fue el final de la historia de Grace.

El cambio llegó a través del programa de apadrinamiento infantil. Alinafe buscó intencionadamente a las niñas que se habían casado durante la pandemia y les dio el apoyo que necesitaban.

Doreen tenía ahora 15 meses y Grace sabía que quería una vida mejor para ambas.

Madre adolescente de Malawi sentada en el cemento fuera de su casa y sonriendo a su hijo de 15 meses

«No paraba de soñar con volver a clase», dice Grace. «Les expliqué a mis padres mi deseo de volver a la escuela, sobre todo ahora que mi bebé es más independiente».

Gracias al apadrinamiento, Alinafe pudo ayudar a Grace a tramitar la disolución de su matrimonio con un menor de edad y a volver a matricularse en la escuela.

No ha sido fácil retomar su educación, pero su hija es toda la motivación que Grace necesita.

«Soy la única de toda la escuela que ha tenido un hijo tan pronto», dice. «Algunas de las chicas se ríen de mí, mientras que otras me animan. Los profesores me han acogido bien. No me importan mucho los que se ríen: sólo yo sé los sueños que tengo para mi futuro».

Cuando apadrinas a una niña con World Vision, creas la ayuda que necesitan para romper las barreras que se interponen en su camino.

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