Probablemente no hayas pensado mucho en tu certificado de nacimiento, excepto cuando has tenido que buscarlo para solicitar un pasaporte, para registrar el nacimiento de tu propio hijo o para realizar alguna otra tarea administrativa.
Pero ese simple trozo de papel es oro para un niño o niña que vive en la pobreza: es la diferencia entre ser visible o no serlo, entre un camino fácil o uno muy duro.
Se calcula que los nacimientos de una cuarta parte de los niños menores de 5 años de todo el mundo no se registran nunca. Las repercusiones son enormes.
Sin una prueba legal de existencia, los niños son invisibles. A menudo no pueden inscribirse en la escuela o en la sanidad pública. También son objetivos fáciles para empleadores sin escrúpulos, traficantes de personas o grupos armados que buscan reclutar combatientes, porque es difícil proteger a los niños que no sabes que existen. Los niños de esta categoría, que además pertenecen a minorías étnicas, tienen discapacidades o son huérfanos, no tienen hogar o son desplazados, corren un riesgo aún mayor.
Puede que sólo sea un trozo de papel, pero un certificado de nacimiento puede abrir un futuro muy diferente para un niño. Es una de las herramientas más poderosas que se pueden dar a un niño, para toda la vida. Por eso, una de las primeras cosas que hacemos cuando nos asociamos con una comunidad, es asegurarnos de que todos los niños y niñas tengan una prueba de que existen: