En el norte de Kenia, y en toda la región de África Oriental, se está produciendo una crisis de hambre silenciosa pero mortal y urgente. A menudo hablamos de esta tragedia a través de los datos, pero la desgarradora realidad es que cada número es una persona, y cada estadística señala el impacto en una vida humana. Esta semana, los ancianos de los condados de Marsabit y Turkana, en el norte de Kenia, informaron que la actual sequía es mucho peor que la crisis del hambre que sufrió África Oriental y el Cuerno de África en 2017. Eso nos dice mucho.
Como Líder Regional de África Oriental acompañé a los líderes de World Vision Kenia con Andrew Morley, Presidente y CEO de WVI, en su visita al norte de Kenia del 22 al 23 de marzo. Fue allí donde conocimos a Mary. "Tengo que tomar el pulso a mis hijos todas las noches cuando se van a la cama con el estómago vacío... para comprobar si siguen vivos", nos contó desgarradoramente.
Mary vive en la aldea de Civicon, en el condado de Marsabit. Habló con nosotros mientras alimentaba a los cuatro animales que le quedaban (un ternero y tres cabras) con ugali (harina de maíz) que había cocinado en una olla. Mary dividió el ugali por la mitad: una mitad para alimentar a sus hijos y la otra para alimentar al ganado que le quedaba. Era un intento desesperado de ayudar a ambos a sobrevivir, ya que el ganado es una fuente de sustento para la familia. Era la primera vez que veía ganado comer harina de maíz cocida.