No te gustará leer esto del mismo modo que nosotros detestamos escribirlo: el matrimonio infantil y la pobreza están perpetuamente unidos.
En cualquier comunidad en la que las normas culturales lo apoyen, encontraremos familias sin recursos que buscan el beneficio económico a corto plazo que supone casar a una hija joven.
Estos hogares creen que los "beneficios" de una dote, una boca menos que alimentar, así como "ponerla en una casa más segura" que la suya, pesan más que mantener a su hija en casa y escolarizada.
Casi dos tercios (60%) de las niñas de países con altos niveles de fragilidad, como Nigeria, Bangladesh y la República Centroafricana, se casan antes de cumplir los 18 años.
En Sudán del Sur, un país que ha sufrido una guerra civil y un conflicto violento durante más de una década, World Vision descubrió que la mayoría de las mujeres (85%) se casa siendo adolescente.
La pandemia de COVID-19 y la crisis alimentaria mundial están agravando aún más la situación.
Los datos de los programas de World Vision muestran un aumento del 163% de los matrimonios infantiles en los primeros 18 meses de la pandemia.
Al mismo tiempo, sólo el 0,07% de la ayuda oficial al desarrollo se destinó a la lucha contra el matrimonio infantil en 2020.
Nuestro nuevo informe Girls in Crisis reveló que los donantes globales están gastando solo el 0,15% de la financiación para poner fin a la violencia sexual contra los niños.
¿Por qué no hay leyes que lo impidan?