Cambio climático y violencia contra la infancia

Han pasado décadas antes de que se tomara enserio la amenazada del cambio climático. Las advertencias sobre el efecto invernadero aparecieron en la portada del «New York Times» por primera vez en 1981. Pasaron casi 20 años antes de que se firmara el primer acuerdo mundial para reducir gases de efecto invernadero en Kioto, Japón. 

En 2006, la película de Al Gore, ‘An Inconvenient Truth’, despertó la preocupación del público, pero no fue hasta 2014 cuando se llevó a cabo una Marcha Climática en la que participaron 311.000 personas en Nueva York. Para entonces, el mundo entero ya estaba sintiendo el impacto del cambio climático: huracanes, tifones, inundaciones, sequías que destruyen hogares, medios de vida y vidas.

Durante todo ese tiempo, otra amenaza para la humanidad ha pasado desapercibida, sin control; una amenaza que sienten las personas en todos los países, que afecta a todas las razas y clases, dirigida a los más jóvenes y vulnerables: la violencia contra los niños y las niñas.

El número estimado de personas que se verán desplazadas por el cambio climático a mediados de este siglo varía. Algunos dicen 25 millones, otros que 1.000 millones. Grandes números.

Pero alrededor de 1.000 millones de niños y niñas sufren violencia cada año. Intimidación, disciplina violenta o alguna forma de violencia física o sexual.  Sin embargo, no hay películas ganadoras del Premio Nobel o sentadas que detengan el tráfico en el Puente de Londres pidiendo que se le ponga fin.

Estas dos amenazas, el cambio climático y la violencia contra los niños y niñas, están interconectadas. Viví en Asia durante seis años y cada año teníamos al menos uno o dos tifones, inundaciones o algún otro desastre natural. Durante este tiempo vimos cómo aumentaba la explotación sexual, el matrimonio infantil, la violencia sexual, física y otras formas de violencia a medida que las familias y los niños luchaban para hacer frente a las consecuencias de los desastres.

Esto ocurría principalmente en lugares donde esas prácticas ya eran frecuentes o toleradas. Es por eso que World Vision se unió al Overseas Development Institute (ODI) para explorar la interacción entre el cambio climático y la violencia contra la infancia.

Consejos de futuro

  1. El cambio climático no causa violencia contra los niños y las niñas, pero conduce a su aumento: cuando ocurren desastres, la pérdida de hogares y medios de vida combinados con problemas existentes, como la pobreza, la discriminación, la desigualdad de género o la inseguridad general, crean las condiciones perfectas para que se produzcan todas las formas de violencia contra los niños y las niñas. Hemos visto esto en Sahel, Mozambique, Bangladesh y otros lugares donde el matrimonio infantil, el trabajo infantil o la explotación sexual emergieron como mecanismos para afrontar la falta de medios de vida de las familias afectadas por desastres.
  2. Podemos mitigar las consecuencias del cambio climático y, al mismo tiempo, reducir la violencia contra los niños y las niñas: las medidas específicas para abordar las causas de la violencia existentes pueden disminuir significativamente los impactos negativos del cambio climático para los niños y sus comunidades. Además, las medidas regulatorias y de presión de los consumidores se pueden utilizar para eliminar o transformar las industrias que son fuentes importantes de emisiones de gases de efecto invernadero, así como las que emplean a niños. De esta manera, pueden volverse más responsables ambiental y socialmente. La educación en habilidades para la vida que se ofrece a los niños de la escuela primaria y secundaria puede incluir habilidades para manejar el riesgo de violencia y proteger el medio ambiente. La intencionalidad es la clave.
  3. Los niños y las niñas están liderando la acción pero necesitan nuestra ayuda. Greta Thunberg destacó lo que los niños confirmaron recientemente en una encuesta de varios países: los niños son víctimas y agentes cruciales del cambio en la lucha contra el calentamiento global. Nosotros, los adultos (padres, maestros, funcionarios del gobierno) debemos asegurarnos de que estén informados, a salvo de la violencia y que los encargados de formular políticas los escuchen. Esto se puede lograr invirtiendo en habilidades para la vida, educación ambiental y promoviendo la participación infantil segura.

Escuchar a los niños

Revertir el cambio climático no detendrá la violencia contra los niños, ni el fin de la violencia contra los niños hará retroceder el cambio climático. Sin embargo, comprender los vínculos entre los dos problemas y ajustar nuestro enfoque para abordar ambos puede ayudar a reducir aún más las vulnerabilidades y mitigar su impacto en los niños y las familias.

Los niños nos dicen que es posible transformar nuestras sociedades para que la violencia deje de existir y el cuidado y protección del medio ambiente sea una norma. Es el momento de escucharlos y reconocer esta verdad.

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