Los niños se enfrentan a la inseguridad alimentaria en todas las regiones del mundo. Los padres hacen cola para conseguir alimentos en todas partes, desde la Etiopía rural a la Sídney urbana. La inseguridad alimentaria ocurre cuando las personas no tienen acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus necesidades dietéticas y sus preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana.
La malnutrición afecta a los niños de diferentes maneras y en distinta medida según los países. En todo el mundo, desde Bangladesh hasta Estados Unidos, algunos tienen un excedente de alimentos, mientras que muchos otros tienen muy poco. Algunos niños reciben alimentación en la escuela todos los días, mientras que otros no desayunan ni almuerzan. Los alimentos se desperdician, mientras que algunas familias deben vender a sus hijas para pagar su próxima comida. En todas las sociedades, ricas y pobres, hay niños que están comiendo más cantidad de alimentos poco saludables, lo cual está conllevando a una creciente epidemia de obesidad, mientras que junto a esos niños hay compañeros que están luchando por conseguir lo suficiente.
El rastro de los niños afectados por el hambre nos lleva a las zonas que sufren pobreza, inseguridad alimentaria e injusta distribución y acceso a los alimentos. Los países que se enfrentan a crisis de hambre son especialmente vulnerables a los efectos de las 4 Cs: Conflictos, Cambio climático, aumento de Costes y las repercusiones socioeconómicas prolongadas de la pandemia del COVID-19. En ciertas zonas de conflicto, el hambre se utiliza incluso como arma.