Blue de 9 años, lleva en brazos a su hermano pequeño en brazos

SUFICIENTE

Acabemos ahora con el hambre infantil de una vez para siempre.

¡YA ES SUFICIENTE!

Los conflictos y el hambre están destrozando vidas.

Con demasiada frecuencia las noticias nos traen escenas desgarradoras. Pero cuando los niños y las niñas consiguen escapar de la violencia, existe otro peligro silencioso tan letal como las balas y las bombas.

Los conflictos y el hambre forman una combinación mortal.

Sin embargo, hay SUFICIENTE comida para todos.

Creemos que en este mundo hay SUFICIENTES ALIMENTOS para que todos los niños y las niñas, independientemente de dónde vivan o de las crisis a las que se enfrenten, dispongan de los alimentos nutritivos que necesitan para sobrevevir y prosperar.

Pero necesitamos más gente como tú para ayudarnos a combatir la desnutrición infantil y construir una solución definitiva.

Juntos, podemos impedir que el hambre acabe con más vidas.

Cada 10 segundos muere un niño o una niña por desnutrición. Incluso solo uno, sería demasiado.

No podemos esperar a que mueran más niños para actuar.

Tú puedes ayudar a detener la desnutrición definitivamente. Acaba con el hambre infantil ahora.

El año pasado, el hambre asoló a millones de familias

El número de niños y niñas que mueren de hambre ha disminuido en cada década desde los años 80. Pero ahora vuelve a aumentar como consecuencia del constante aumento del precio de los alimentos.

Los niños se llevan la peor parte de un sistema alimentario desigual provocado por los conflictos y el cambio climático. Incapaces de mantener a sus hijos, padres y madres se enfrentan a decisiones imposibles: casarlos o sacarlos de la escuela para que realicen trabajos peligrosos, sólo para alimentar a su familia.

¿Cómo podemos acabar con el hambre infantil?


Trabajamos para romper definitivamente el ciclo del hambre proporcionando acceso a:

¿Por qué apoyar a World Vision?

Llevamos más de 70 años aumentando año tras año nuestra labor para romper el ciclo del hambre y la desnutrición que asola la vida de miles de niños y niñas.

Más información sobre nuestra labor para acabar con el hambre infantil

Preguntas frecuentes sobre hambre y desnutrición

  • El hambre infantil se produce cuando los niños carecen sistemáticamente de alimentos y sufren desnutrición o malnutrición.

    Muchos niños en todo el mundo necesitan urgentemente suficientes calorías para sobrevivir en situaciones catastróficas de hambre, pobreza extrema y vulnerabilidad. En otras circunstancias, los niños ingieren demasiadas calorías procedentes de alimentos de baja calidad. Estos alimentos no aportan los nutrientes necesarios para sus cuerpos y cerebros.

    No todos los niños pasan por estas situaciones extremas. Sin embargo, una alimentación insuficiente y poco saludable o la falta de nutrientes vitales pueden repercutir negativamente en el desarrollo futuro del niño.

  • La malnutrición se produce cuando los niños experimentan deficiencias o excesos en la ingesta de nutrientes. Estos excesos y deficiencias crean un desequilibrio o merman la capacidad de utilizar los nutrientes esenciales que los niños necesitan para desarrollarse. Los peores casos de malnutrición pueden acabar en enfermedades graves o incluso la muerte.

    La malnutrición incluye 3 grandes grupos de afecciones:

    • Desnutrición, que en el caso de los niños incluye específicamente la emaciación (bajo peso para la estatura), el retraso del crecimiento (baja estatura para la edad) y la insuficiencia ponderal (bajo peso para la edad).
    • Malnutrición relacionada con micronutrientes, que incluye la carencia de micronutrientes (falta de vitaminas y minerales importantes) o el exceso de micronutrientes.
    • Sobrepeso (peso elevado para la estatura), obesidad (una forma grave de sobrepeso) y enfermedades no transmisibles relacionadas con la dieta (por ejemplo, diabetes).
  • Sí, la recuperación total es posible. Desde 2010, los programas de Gestión Comunitaria de Desnutrición Aguda (CMAM por sus siglas en inglés) de World Vision han tratado a más de 1,8 millones de niños menores de 5 años en 31 países.

    Estimamos que la programación de CMAM de World Vision salvó más de 91.000 vidas de niños menores de 5 años entre 2010 y 2021. Entre 2010 a 2022, los programas de nutrición de World Vision ingresaron a más de 700,000 niños con emaciación grave en programas terapéuticos o atención hospitalaria. Más del 88% se recuperaron totalmente.

  • Toda crisis conlleva a una crisis de hambre. Los efectos adversos del cambio climático, como sequías, inundaciones, tormentas extremas y un clima impredecible, han destruido cosechas e ingresos. El COVID-19  provocó cuarentenas e interrupciones, lo que se tradujo en un aumento de precios de los alimentos y otros productos de primera necesidad, afectando a los ingresos familiares en todo el mundo. Además, el impacto de la guerra en Ucrania - la cesta de trigo del mundo - es global. El bloqueo de sus exportaciones de grano ha reducido la ayuda alimentaria de emergencia a los refugiados, ha limitado los alimentos disponibles para los países que dependen de las importaciones de grano y ha hecho subir los precios de los alimentos en todo el mundo.

    El efecto combinado de las múltiples crisis está creando una tormenta terrible para los niños y niñas más vulnerables del mundo. Las familias se enfrentan a menudo a la difícil decisión de comprar alimentos o satisfacer otras necesidades esenciales de sus hijos. Estas necesidades son medicamentos, material escolar o incluso un lugar donde vivir.

    Además:

    • La nutrición ha estado históricamente infrafinanciada y no ha sido una prioridad gubernamental. Cuando llegan las crisis, los niños malnutridos tienen más probabilidades de pasar hambre porque no tienen reservas a las que recurrir.
    • Los sistemas alimentarios no están diseñados ni son gestionados teniendo en cuenta los recursos existentes y su distribución justa y equitativa: algunos reciben demasiado y desperdician, mientras que otros reciben demasiado poco. Estos sistemas tampoco son resilientes, sostenibles ni están centrados en las personas, y mucho menos en los niños.
    • La industria mundial de alimentos y bebidas sigue promoviendo alimentos poco saludables frente a opciones más nutritivas y contribuye significativamente a la malnutrición infantil.
    • Las cadenas de suministro de la industria de alimentos y bebidas, especialmente en el sector agrícola, aumentan aún más el hambre infantil. Los productores de alimentos y bebidas siguen trabajando con proveedores que explotan a los niños a través del trabajo infantil y mantienen a los pequeños agricultores y a sus familias en la pobreza debido a precios de mercado injustos, lo que obliga a las familias a adoptar estrategias de afrontamiento negativas que afectan a sus hijos, como el matrimonio infantil.
  • Los niños se enfrentan a la inseguridad alimentaria en todas las regiones del mundo. Los padres hacen cola para conseguir alimentos en todas partes, desde la Etiopía rural a la Sídney urbana. La inseguridad alimentaria ocurre cuando las personas no tienen acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus necesidades dietéticas y sus preferencias alimentarias para llevar una vida activa y sana.

    La malnutrición afecta a los niños de diferentes maneras y en distinta medida según los países. En todo el mundo, desde Bangladesh hasta Estados Unidos, algunos tienen un excedente de alimentos, mientras que muchos otros tienen muy poco. Algunos niños reciben alimentación en la escuela todos los días, mientras que otros no desayunan ni almuerzan. Los alimentos se desperdician, mientras que algunas familias deben vender a sus hijas para pagar su próxima comida. En todas las sociedades, ricas y pobres, hay niños que están comiendo más cantidad de alimentos poco saludables, lo cual está conllevando a una creciente epidemia de obesidad, mientras que junto a esos niños hay compañeros que están luchando por conseguir lo suficiente.

    El rastro de los niños afectados por el hambre nos lleva a las zonas que sufren pobreza, inseguridad alimentaria e injusta distribución y acceso a los alimentos. Los países que se enfrentan a crisis de hambre son especialmente vulnerables a los efectos de las 4 Cs: Conflictos, Cambio climático, aumento de Costes y las repercusiones socioeconómicas prolongadas de la pandemia del COVID-19. En ciertas zonas de conflicto, el hambre se utiliza incluso como arma.

  • Sí. El hambre está aumentando ante la espiral del coste de los alimentos.

    El número de personas que sufren inseguridad alimentaria aguda casi se ha duplicado en los últimos tres años. En 2019, 135 millones de personas sufrían niveles peligrosos de hambre. Sin embargo, esta cifra alcanzó la cifra récord de 258 millones en 2022. Estas alarmantes cifras se extienden por 58 países diferentes. Los niveles de hambre infantil son los peores que hubo en generaciones debido a los conflictos y la violencia, el cambio climático y los persistentes impactos socioeconómicos de la pandemia de COVID-19, todo lo cual ha puesto los precios de los alimentos fuera del alcance de las familias en todo el mundo.

    Las tasas mundiales de malnutrición no son menos impactantes. Los avances se han estancado: 148,1 millones de niños menores de 5 años sufren retraso en el crecimiento, 45 millones padecen emaciación, 13,6 millones sufren emaciación grave y 37 millones tienen sobrepeso. En todo el mundo, 2 de cada 3 niños menores de 2 años no siguen una dieta mínimamente variada.

  • Se necesita un enfoque integral para acabar con el hambre y la malnutrición mundial. Necesitamos intervenciones dirigidas tanto a los efectos directos como indirectos, además de a las causas raíz de los problemas. Se necesitará una mayor concientización para influir en el discurso público y en las conversaciones de alto nivel en torno a este tema.

    Para prevenir el hambre, tenemos que abordar la desigualdad de género e invertir en resolver los problemas de género que tienen impacto en la malnutrición. Las niñas que pasan hambre también tienen más probabilidades de ver cómo su infancia termina prematuramente en el matrimonio infantil. Esto sin contar con que dos de cada tres niñas y mujeres sufren carencias de micronutrientes, lo que a menudo tiene consecuencias graves y a largo plazo para su salud.

    Además de abordar los sistemas alimentarios injustos e inequitativos, también debemos fortalecer los sistemas de salud, mejorar las infraestructuras sanitarias comunitarias, fomentar la resiliencia de las comunidades y los medios de vida sostenibles, promover prácticas agrícolas climáticamente inteligentes y garantizar que los niños tengan acceso a la educación y estén protegidos frente a la violencia.

    Si todos nos unimos y actuamos ahora, podemos acabar con el hambre, la hambruna y la inanición.

  • El dinero por sí solo no basta para resolver el hambre en el mundo. Creemos que los niños deben estar en el centro de cualquier solución. Las políticas mundiales contra el hambre deberían darles voz.

    Deberíamos incluir a los niños en las estadísticas sobre hambre y nutrición en todo el mundo y en cada país. Esto ayudará a mejorar el apoyo alimentario que reciben, como la ayuda alimentaria de emergencia, las comidas escolares y los servicios sanitarios comunitarios. También fomentará una mayor inversión para acabar con el hambre y la malnutrición infantil en todo el mundo.

    También queremos que más niños disfruten de una mejor seguridad alimentaria y nutrición. La Fase I de nuestra Respuesta Mundial contra el Hambre tiene como objetivo recaudar 2,000 millones de dólares para ayudar a las comunidades que padecen hambre aguda y amenaza de hambruna. Ya hemos llegado a decenas de millones de personas con asistencia vital, acceso a alimentos, agua potable, servicios sanitarios y nutricionales de emergencia y actividades de protección y desarrollo de resiliencia.

    Generosos donantes nos han apoyado para dar acceso a alimentos y servicios que salvan vidas a quienes los necesitan. Aun así, estamos convencidos de que el dinero por sí solo no puede erradicar el hambre en el mundo, por lo que abogamos por cada una de estas acciones transformadoras:

    1. Adoptar medidas concretas para mejorar e intensificar los recursos y los esfuerzos para luchar contra la creciente amenaza de hambruna en los países con mayor riesgo;
    2. Asumir y cumplir compromisos para reforzar la prevención, detección y tratamiento tempranos de la emaciación infantil en contextos de alta carga;
    3. Financiar los esfuerzos para romper el ciclo de crisis alimentarias cíclicas y reforzar la resiliencia de las comunidades de mayor riesgo.

    Ya BASTA. ¿Qué dices tú?

  • La nutrición deficiente en los primeros 1,000 días de vida de un niño –entre la concepción y los 2 años- causa desarrollo cerebral y físico deficiente. Los que sobreviven se enfrentan a consecuencias duraderas para su desarrollo y salud, como un mayor riesgo de retraso de crecimiento, un coeficiente intelectual más bajo y un mayor riesgo de obesidad y diabetes.

    En su crecimiento, los niños necesitan de una alimentación nutritiva que los proteja de enfermedades comunes y les dé el combustible necesario para aprender. La infancia es una ventana de oportunidad para dar a la próxima generación todas las posibilidades para ser resiliente y desarrollarse.

    Si no actuamos ahora, una generación de niños vulnerables morirá o no alcanzará su potencial. Con demasiada hambre para concentrarse en la escuela, tan pobres que se ven obligados a trabajar, o casados con la esperanza de que una barriga menos en casa signifique que todos los demás puedan sobrevivir un poco más. La desnutrición crónica les impedirá alcanzar todo su potencial a medida que crecen, limitando su desarrollo.

  • El hambre y la malnutrición afectan a los grupos más vulnerables, como los que viven en zonas de conflicto, los que sufren crisis climáticas, como sequías o inundaciones, o los que han sido desplazados por la fuerza. Los niños son los más expuestos a sufrir los efectos directos e indirectos del hambre, sin embargo, son las mujeres y las niñas las que más sufren.

    Los niños en situaciones frágiles o humanitarias tienen acceso limitado a alimentos nutritivos suficientes. Esto es especialmente cierto para los que están en sus primeros 1,000 días de vida, desde la concepción hasta los 2 años. Estos niños son especialmente vulnerables a los efectos de por vida de la desnutrición grave o incluso a la muerte.

    A mediados de 2022, UNICEF calculaba que casi 8 millones de niños de 15 países afectados por la crisis sufrían emaciación grave; incrementándose esta cifra con una rapidez devastadora – un niño más se unía a este macabro grupo cada minuto – entre enero y junio de 2022.

    De los 45 millones de niños que sufrían emaciación en 2022, 13,6 millones padecían emaciación grave –la forma de desnutrición más potencialmente mortal en la primera infancia, que aumenta hasta 11 veces el riesgo de muerte infantil por enfermedades prevenibles. En la actualidad, sólo 1 de cada 5 niños que necesitan un tratamiento vital contra la emaciación lo recibe, lo que provoca la muerte de 1 millón de niños al año.

    Esto es inaceptable en un mundo con abundantes recursos.

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