San Pedro Sula es el principal centro industrial en Honduras, que genera el 62% del PIB del país. Es la segunda ciudad más importante, después de Tegucigalpa, su capital. Entre los años 2011 y 2015 fue denominada “la capital del crimen y el asesinato” con tasas de homicidio de 187 personas por cada 100.000 habitantes.
Actualmente aunque las tasas de homicidio se han reducido a 41 por cada 100.000 continúa siendo una ciudad afectada por el crimen organizado, las pandillas y la violencia en general.
El control territorial afecta los centros educativos en donde hay personas que pertenecen a estas pandillas y se encargan de reclutar niños y niñas. Esta situación acompañada de la alta tasa de desempleo aumenta su vulnerabilidad y más con la COVID – 19 ya que muchas empresas han cerrado.
Se presenta estigmatización social cuando, al buscar trabajo, los y las jóvenes que viven en zonas “peligrosas o calientes” no son contratados lo que aumenta la precariedad en la situación económica de los hogares vulnerables y aumenta de manera permanente el riesgo de sometimiento o de pertenecer a estas pandillas.
El proyecto
La zona de intervención del proyecto está fuertemente afectada por la violencia, la desigualdad y la estigmatización social que afecta y limita las oportunidades de niñas, niños y adolescentes. Ellos se enfrentan de manera continua al tráfico de drogas, desplazamiento forzado, reclutamiento, explotación, abuso y trabajo infantil, abandono y violencia doméstica.
Además hay un acceso limitado a servicios de salud, educación, servicios públicos, pocas oportunidades de trabajo, desnutrición, prevalencia de enfermedades respiratorias, relativas al acceso al agua, saneamiento e higiene adecuados, contaminación, del medio ambiente, etc.