Madrid, 5 de septiembre de 2023: A medida que el actual conflicto en Sudán llega a su quinto mes, las necesidades humanitarias de los niños y niñas sudaneses y sus familias siguen creciendo, con millones de desplazados y decenas de millones de personas que padecen hambre.
Desde que estallaron de nuevo los combates el 15 de abril, más de 3,6 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en busca de zonas más seguras dentro del país, y más de un millón han huido a países vecinos, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Escasean los alimentos, el agua y los suministros médicos. Unos 24,7 millones de personas -la mitad de la población del país- necesitan ayuda humanitaria.
El hambre y la desnutrición en Sudán ya alcanzaban niveles récord antes de los combates. El último informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (CIF) revela que el conflicto y la agitación económica han llevado a más de 20,3 millones de personas (más del 40% de la población) a niveles elevados de inseguridad alimentaria aguda entre julio y septiembre.
"Sudán se enfrenta a una crisis humanitaria de múltiples niveles que requiere financiación adicional y atención mundial, ya que las necesidades siguen aumentando día a día", declara Emmanuel Isch, director de World Vision en Sudán. "En última instancia, el conflicto y la crisis en Sudán están afectando a millones de hombres, mujeres y niños a los que se les ha robado su seguridad y su libertad para desarrollar su vida cotidiana".
Los niños y niñas sudaneses son especialmente vulnerables. Según UNICEF, más de 2 millones de niños se han visto obligados a abandonar sus hogares desde que comenzaron los enfrentamientos, con una media de más de 700 nuevos desplazados cada hora. UNICEF también señala que cerca de 14 millones de niños y niñas necesitan ayuda humanitaria, con un aumento de la desnutrición infantil y millones de niños sin escolarizar. "Esto tendrá efectos a largo plazo en el bienestar de la infancia de todo Sudán", añade Isch.
La historia de Amira y Seif
Amira, una joven que huyó de Jartum en mayo con su madre y sus hijos, está preocupada por su hijo menor, Gasim, de sólo 8 meses. La familia ha encontrado alojamiento temporal en una escuela que ha sido reutilizada como asentamiento.
"Me he dado cuenta que ya no tengo suficiente leche, y esto afectará a la salud de mi bebé tarde o temprano", explica. Un grupo de voluntarios ha conseguido leche para su hijo, pero los alimentos distribuidos en el asentamiento no son equilibrados desde el punto de vista nutricional. Mientras tanto, 12 familias comparten seis letrinas, lo que pone en peligro su salud debido a las deficiencias sanitarias.
Amira agradece la ayuda, pero sigue preocupada por el bienestar de sus hijos y de su marido, al que no ha podido localizar desde que se intensificaron los combates.
Del mismo modo, Seif, un padre de tres hijos que huyó a Merowe, al norte de Jartum, está preocupado por sus hijos, ya que las escuelas han permanecido cerradas. Su hijo menor, Mazin, de 9 años, espera que llegue la paz: "Espero que la guerra termine pronto para poder reunirme de nuevo con mis compañeros y amigos en Jartum".