Los niños y niñas de todo el mundo sufren los efectos del cambio climático. Pero, como ocurre con tantos otros problemas, los que ya son pobres sufren los peores efectos, a pesar de que a menudo son los que menos tienen que ver con causar el cambio climático en primer lugar.
Vemos esta injusticia reflejada en todo el mundo. Los niños que viven en la pobreza tienen más probabilidades de vivir e ir a la escuela en áreas con mala calidad del aire y contaminación, lo que puede significar importantes consecuencias no solo en su infancia sino durante el resto de sus vidas.